jueves, 10 de diciembre de 2015

FAROS DEL ESTRECHO, (De Punta del Perro a Punta Mala)


Asociación de Periodistas de Turismo federada en FIJET. Aventurero, músico y poeta.



Hace ya tiempo que empezó esta aventura. Y lo hizo aquí mismo, en Cádiz, recorriendo los Faros que iluminan estos mares.

Como siempre en solitario y en moto.


Aquel atrevimiento me llevo a otros infinitamente mayores, a escribir y fotografiar cada uno de los Faros que miran y dan Luz desde cualquier lugar de la Península. (Ahora cumpliré mi deuda con Ceuta…)

Y se hizo en dos partes, Poniente y Levante recorriendo nuestras costas y siempre con final en Trafalgar, referente recurrente en mis Sueños.

Ya pocos me quedan por recorrer en este país nuestro, Canarias y Baleares. Muy cerca los tengo.
Otoño y primavera fueron, con la moto, cómplices en tantos miles de kilómetros. También la Soledad buscada, la que no duele, la que es patrimonio de fareros y marinos. Y de los que por impotencia los miramos desde Tierra.

Allá nació, sin saberlo, el proyecto en el que ando.

Nuevamente vuelvo a las costas de Cádiz, donde se pelean y quieren el Mediterráneo y el Atlántico. Esta vez, ciertamente menos solo, rodando lo que será y ya es “Los Faros del Estrecho”.


Si aquellos viajes, lejanos y cercanos a un tiempo, se hicieron con grandes dosis de cabezonería y romanticismo, en el que ando metido viene acompañado de apoyos que nunca aspiré tener.
Y acompañado vengo por no pocos; cámaras, fotógrafos ya algún que otro personaje entrañable y dicharachero al unísono. Con patrocinio en definitiva. Con el apoyo de tantos que han creído en mis desvaríos cuando eran exclusivamente míos. Así que ahora recorro mis playas con muchos, deseosos de ser cómplices de tanta Luz.

Pero cuando llega la noche, estas bellezas puestas en Tierra, siguen siendo mías. Así las siento.
El día parece haber nacido para ser compartido, las noches y su “Duende” pertenecen a quienes sabemos dormirlas.


Son protagonistas de este cuento dos Niños que recorrieron Cádiz, allá por 1930,
Ya ancianos y luego de mil noches de confidencias, le dijeron a otro niño:
“Guillermito, recorre las costas y cuando encuentres un faro, siéntate en su base y escucha su silencio. Mira hasta donde llega sin moverse del sitio. Intenta entender cómo se hablan entre Ellos con la luz, siempre la Luz…”

Tenemos la aventura y el misterio a la puerta de casa.
Algunos creemos tener la obligación moral de buscarla…
Mi agradecimiento sincero a todos, los que de algún modo, siguen ayudándome.
Y es que muchas voluntades, por pequeñas que sean, hacen realidad los Sueños.